Paulo Sousa llegó a España para colgar las botas en el Espanyol de Barcelona lastrado por las lesiones con tan solo 31 años. Carismático y líder natural, Sousa fue clasificado como mediocentro defensivo especialista en la destrucción del juego rival, pero lo cierto es que también era un metrónomo con buena visión para jugar entre líneas. Su trayectoria le llevó a jugar con la Juventus o el Borussia Dortmund, clubes con los que se coronaría como campeón de Europa consecutivamente en la década de los 90. En Barcelona apenas jugaría unos partidos durante la campaña que defendió los colores del conjunto perico.