Marco Antonio Etcheverry, reconocido como el mejor futbolista boliviano de todos los tiempos, jugó en el Albacete durante una temporada siendo esta su única experiencia lejos del continente americano. El Diablo, reconocible por su larga melena rizada, era un centrocampista de enganche muy completo gracias a sus notables capacidades para el regate y el golpeo del balón.